Del 30 de junio al 3 de julio, Sevilla acoge la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4).
Esta cita de Naciones Unidas reúne a representantes de gobiernos, instituciones financieras, sociedad civil y sector privado para debatir cómo se financia y, sobre todo, cómo debería financiarse a partir de ahora el desarrollo en un mundo atravesado por múltiples crisis.
¿De qué hablamos cuando hablamos de financiación para el desarrollo?
Detrás de las siglas FfD está una pregunta crucial: ¿quién decide qué se financia, cómo y para quién? Esta conferencia, impulsada por la ONU, busca avanzar hacia una arquitectura financiera global más justa. Y es que hoy el sistema favorece a unos pocos, mientras el Sur global —y dentro de él, las personas más vulnerables— sigue pagando una factura desproporcionada.
No es nuevo. Ya en anteriores conferencias (Monterrey, Doha, Adís Abeba) se han planteado reformas. Pero las decisiones siguen concentradas en espacios como el G20, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, donde los países del Sur tienen poca voz. En cambio, la ONU —donde cada país tiene un voto— ofrece una oportunidad para reequilibrar ese poder.
El “Compromiso de Sevilla”: un acuerdo que se queda corto
El documento final acordado “Compromiso de Sevilla”, aprobado el pasado 17 de junio a puerta cerrada -donde las organizaciones de la sociedad civil no pudieron participar -, no está a la altura de la urgencia global. Tras meses de negociaciones, muchos de los compromisos iniciales se han debilitado. Las oportunidades para avanzar en justicia fiscal, condonación de deuda o cooperación transformadora se han perdido por el bloqueo de algunos países del Norte Global.
A pesar de ello, Sevilla no es el final. La Conferencia es un momento clave para seguir construyendo presión política y dar visibilidad a otras propuestas y es un punto de partida para continuar exigiendo una financiación justa, centrada en los derechos humanos, en la igualdad de oportunidades para las mujeres y en el respeto y cuidado del medio ambiente.
¿Qué está en juego?
- La cooperación internacional se encuentra en retroceso. En 2024 cayó un 7,1 % a nivel global, y se esperan más recortes. Esto pone en peligro políticas clave para reducir desigualdades. España sigue lejos del compromiso del 0,7 %, con apenas un 0,25 % de su RNB. Urge garantizar ayuda oficial para el desarrollo (AOD) que apueste por la igualdad de género, la educación para la ciudadanía global y los cuidados.
- La deuda ahoga al Sur global. Más de 60 países gastan más en pagar deuda que en salud o educación. Es necesario un nuevo marco legal en Naciones Unidas que permita cancelar deudas ilegítimas y frenar la especulación financiera. No se puede seguir eligiendo entre pagar deuda o garantizar derechos.
- La fiscalidad global necesita reglas justas. Por primera vez, se reconoce la necesidad de impuestos con enfoque de género y mayor transparencia para combatir los paraísos fiscales. Pero ahora toca transformar las buenas palabras en compromisos concretos. En agosto y noviembre se retoman las negociaciones de una futura Convención Fiscal de la ONU: otra oportunidad que no podemos desaprovechar.
- La financiación privada no es una solución mágica. Iniciativas como el Global Gateway de la UE priorizan los intereses comerciales y promueven la privatización de bienes públicos, dejando de lado derechos y sostenibilidad. La inversión debe estar al servicio de la vida, no del beneficio de unos pocos.
Sociedad civil en marcha
Durante los días previos a la conferencia, Sevilla será también escenario de encuentros ciudadanos. El Foro Feminista (27 y 28), el Foro de Sociedad Civil (28 y 29 de junio), la manifestación del 29 y numerosos eventos paralelos serán espacios para compartir propuestas, sumar voces y presionar por cambios reales.
La financiación condiciona el modelo de desarrollo. Por eso, no podemos dejarla solo en manos de gobiernos o instituciones financieras. Necesitamos seguir movilizadas, desde todos los rincones del mundo, para que el dinero público construya un futuro con justicia, equidad y sostenibilidad para todas las personas y el planeta.
Dinero hay y conocemos la hoja de ruta. Solo hace falta voluntad política para destinar los recursos necesarios y para cambiar las reglas del juego que nos permitan decidir en igualdad de condiciones.